Las trufas, al tratarse de un alimento localizado bajo el suelo, inevitablemente traen adherido tanto tierra como otros pequeños restos que resultan desagradables y que deben retirarse antes de su consumo.
Por ello a lo largo de la presente entrada te daremos algunos consejos para proceder a su limpieza y puesta a punto de la forma más adecuada para no dañarla (ya que se acortaría su duración).
En primer lugar destacar que es aconsejable conservar la trufa con la tierra que lleve adherida y por lo tanto no limpiarla hasta el momento preciso en que vaya a ser consumida.
Para ello se debe colocar la trufa bajo el grifo para retirar la tierra más superficial con agua fría, procediendo después a retirar cualquier resto que haya quedado entre sus irregularidades con los cepillos específicos para tal fin. En caso de no contar con uno de estos cepillos también podrán utilizarse cepillos de dientes o cualquier otro de pequeño tamaño.
Una vez que se haya realizado su limpieza deberán secarse empleando papel de cocina absorbente. Si se aprecia que la trufa tuviese alguna zona dañada es importante retirarla en este momento para evitar que pueda dañar el resto de la trufa.
Por el contrario, si la trufa va a ser congelada con el fin de poder conservarla durante más tiempo, es muy importante realizar la limpieza antes de introducirla en el congelador.
¡Y listo! Ya tienes la trufa totalmente preparada para ser consumida.