Carpaccio de trufa, aceite y sal, sopa de trufa laminada sobre unos huevos de corral con patatas fritas, en tostadas e, incluso, en un platazo formado por perdiz, foie y el preciado hongo. Estas son algunas recetas que son posibles degustar en La cocina de María Luisa, espacio dirigido por la chef que da nombre al restaurante y una de las mayores expertas en este producto tan nuestro cuyo mercado ha estado rodeado siempre de cierto misterio. Tanto es así que, al parecer, la mayor compraventa se sigue haciendo en las zonas rurales productoras. Hasta allí acuden empresarios, fruteros y demás personas relacionadas con la hostelería desde Francia. ¿Su papel? Venderla como si fuera del Perigord, a donde llegan aviones de norteamericanos hambrientos de trufa. Nos lo cuenta María Luisa Banzo junto a uno de los profesionales que se la facilitan. Es Jaime Olaizola, fundador de Trufbox, empresa de truficultura responsable de que cualquier persona pueda tener la suya en 24 horas y alguna más cuando traspasa nuestras fronteras, ya sea en EE UU, Bélgica e Italia.
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